Los defectos de extrusión se dividen en tres categorías principales: irregularidades superficiales, inconsistencias dimensionales e imperfecciones estructurales. Entre los defectos superficiales se encuentran la rotura de la masa fundida, las líneas de troquelado y las marcas de flujo, que afectan al aspecto del producto y, en ocasiones, a su funcionalidad. Los defectos dimensionales implican variaciones de tamaño, alabeos e incoherencias de grosor que comprometen las especificaciones del producto. Las imperfecciones estructurales incluyen huecos, líneas de soldadura débiles y degradación del material que reducen las propiedades mecánicas.
El impacto económico de estos defectos va más allá del desperdicio de material. Las paradas de producción para solucionar problemas pueden costar a los fabricantes entre 1.500 y 2.000 euros por hora, en función de la capacidad de la línea. Los problemas de calidad que provocan reclamaciones de los clientes o retiradas de productos conllevan costes aún mayores. Conocer los patrones de defectos ayuda a los operarios a aplicar medidas preventivas antes de que los problemas se agraven.
Estudio de caso: Un cliente que producía tuberías de agua de PE experimentó problemas de rugosidad superficial que afectaban a la eficacia del flujo. Mediante la resolución sistemática de problemas de extrusión de plásticos, identificamos una tensión de cizallamiento excesiva en el labio de la matriz. Al optimizar el diseño de la matriz y ajustar los parámetros de procesamiento, eliminamos los defectos y mejoramos el rendimiento de la producción en 15%. Esto demuestra cómo una solución de problemas adecuada se traduce directamente en mejoras operativas y ahorro de costes.
Los defectos superficiales suelen indicar problemas en los procesos anteriores. Las líneas de la matriz pueden sugerir problemas en la superficie de apoyo, mientras que la fractura de la masa fundida suele indicar condiciones de cizallamiento excesivas. Las variaciones dimensionales suelen deberse a incoherencias de temperatura o a una calibración inadecuada. Reconocer estos patrones acelera la resolución de problemas y reduce el tiempo de diagnóstico.